Abro esta Web con el título “Mensajero del Atalaya” bajo el seudónimo de Jesús Aurelio Marco, para publicar los escritos producidos durante los últimos doce años: Novelas, poemarios y cuentos en mi primera etapa de escritor, unos cinco años, y en los siete restantes el libro “La Atalaya”; del que he extraído y continúo en ello, los resúmenes que iré sintetizando y dosificando por entregas, con los conceptos más reveladores en los que llevo inmerso los dos últimos años.

Para facilitarle al lector el conocimiento de los detalles principales y con ello evitarle la pérdida de tiempo a quienes les pueda producir alergia las materias que aquí desarrollo, resumiré los principios básicos lo mejor que sepa.

La materia prima y componente original de estas mercancías, la he sembrado y regado con las denuncias de los sistemas doctrinales totalitarios, arbitrarios o farsantes, tanto políticos como religiosos, pero sobre todo estos y en particular los de la doctrina romana; por la influencia social y espiritual que han ejercido durante veinte siglos en grandes masas de población. Me preocupa la domesticación, la confusión, el engaño y en definitiva, el gran mal que causan a los que creen en esa doctrina, imponiéndoles dogmas inventados y carentes de pruebas tangibles, contrarios a la razón, a la naturaleza humana y al sentido común; en definitiva un tratado polémico, dirigido contra los fundamentos dogmáticos ideados por esa doctrina, avalado por hechos innegables, obtenidos de los análisis de investigadores, teólogos y científicos, de los que en su día tuvo conocimiento la Santa Sede. Denuncio la falsaria dogmatización de hechos históricos, manipulados y descritos en la Biblia como actos de fe, al tiempo que  eludieron otros evangelios, libros y artículos que calificaron de apócrifos. Se han podido demostrar esos engaños, gracias a la insistente y decidida intervención de escritores, teólogos, investigadores y científicos, competentes y honestos.

A pesar de que esa doctrina parte de bases inciertas y poco creíbles, siempre ha confiado su iglesia en lo complejo que le resulta al ser humano mudar sus credos; atrincherándose en ello para seguir adelante con sus utopías engañosas y sin alterar un ápice los credos, preceptos, ritos y liturgias, que han aborregado y aletargado la voluntad de sus creyentes, salpicando con ello a media humanidad.

Estoy convencido de que mucha gente acostumbrada a leer, es conocedora de casi todo lo que aquí traigo, porque ha sido publicado con generosidad en todo el mundo, pero no han querido confiar en la autenticidad de los descubrimientos salidos de los adelantos científicos, tampoco en la tenacidad de los intervinientes; como si el mundo, que sólo el Creador puede alterar su orden, se fuese a venir abajo por aceptar y practicar lo que de manera innegable se ha confirmado: que Jesús no murió atado al madero y por ello no resucitó, ni todo lo demás que han dogmatizado para atribuirle una personalidad divina.

Creo que se puede confirmar que el mayor fraude moral cometido contra la humanidad, lo ha perpetrado y defendido durante veinte siglos esta doctrina, protegida por su poderosa iglesia, a la que he definido y reprobado con justicia y severidad en la primera entrega de los anunciados resúmenes, como: falsaria, totalitaria, cobarde y con influyentes reminiscencias criminales.

La piedra angular de la principal reprobación a esta doctrina y a su iglesia, está inserta en los documentos obtenidos tras los análisis de la Sabana Santa o Lienzo de Turín que, por sus manchas de sangre, confirmaron muchos escritos históricos y argumentos que negaban la muerte de Jesús en el madero, ya que su corazón seguía latiendo cuando lo apearon de él y por ello no hubo resurrección, ni bajada a unos infiernos que no existen, ni ascensión a los cielos; principios y fundamentos en los que se basan los dogmas de esta doctrina universal.

La ratificación de opiniones y sospechas históricas han podido producirse gracias a los más modernos avances de la ciencia. Todos los hallazgos científicos fueron certificados por eminentes doctores y entidades cuyos análisis gozaron de un alto grado de fiabilidad. Primero se comprobó mediante estudios del profesor Max Frei de Zúrich, sobre microgranos de polen fosilizado hallados en el lienzo, que procedían de plantas solo existentes en Palestina y por lo tanto la sábana era de aquella época. Fue muy largo, laborioso y costoso el proceso de los estudios y análisis realizados, chocando siempre con la negación y oposición del Vaticano a facilitarles la porción de lienzo suficiente para hacer los trabajos; pero al final surtieron efecto las demandas insistentes de entidades de acreditada solvencia que participaban en las operaciones: Científicos, Antropólogos, Teólogos y hasta La Nasa; pero principalmente el Instituto de Investigación del Santo Sudario en Stuttgart, cuyo secretario Kurt Berna envió un escrito al Papa Juan XXIII el 26 de febrero de 1959, detallándole el resultado de los trabajos realizados y cerrando su escrito con el siguiente comentario: De acuerdo con los hechos reales que no pueden ser negados por nadie, el Instituto está convencido de que los resultados constituyen un desafío abierto al mundo entero y de acuerdo con este descubrimiento, las enseñanzas actuales del cristianismo son incorrectas.

No pudiendo negar la Santa Sede la evidencia descubierta, confirmando que Jesús no murió atado al madero, aquel Papa emitió una proclama el 30 de junio de 1960, con la que ordenaba a sus obispos la aceptación y propagación de que la salvación completa de la raza humana se efectúa a través de la sangre de Jesús y su muerte no es esencial para tal fin. Después de esto, con qué credibilidad quedan los dogmas de tal doctrina? Sin muerte en la cruz, ni resurrección, ni ascensión al cielo, en qué queda esa doctrina?, en una utopía y en un grosero esperpento. Muchos fraudes cometidos por esta iglesia para ocultar los mensajes verdaderos de Jesús, habrán sido pesadas losas sobre la conciencia de esos pocos clérigos honestos, que en vez de esclarecerlos han continuado silenciándolos.

Comprenderéis que estas novedades y las pruebas que las respaldan, me han exigido un laborioso detallado, extenso y apasionado estudio comparativo de los dogmas profesados, basados en utopías, con los hechos validados por los análisis extraídos de los relatos que he adelantado. De todo ello doy cumplido desarrollo en las quinientas páginas o más del tratado filo teológico “La Atalaya”, que como digo al inicio iré sintetizando por entregas.

He puesto especial atención en contestar a muchas preguntas que flotan en el ambiente de la incertidumbre humana y a lo que he dedicado más de ocho años de estudio, análisis, deducción y chequeo de escritos históricos, hasta llegar a concretar las tamizadas conclusiones, siempre basadas en reflexiones racionales.

Hay mucha madera para publicar, pero tranquilos, porque ya la traigo cortada y pelada, pese a quien le pese. He pretendido esclarecer lo oculto hasta donde me han dado los medios de que disponía y siempre en busca de la verdad; porque la verdad nos hace libres. La sensatez humana, en la que creo sin fisuras,  tiene una capacidad ilimitada y en ella confío, para que este mundo extraviado enderece sus entuertos. Solo un racionalismo pragmático podrá salvarnos de la deriva que sufrimos y ningún otro sistema de gobierno absolutista ni corrupto.

Quiero abonar el fomento del pensamiento crítico de los ciudadanos y abortar el pasotismo improductivo e ineficaz existente en las sociedades occidentales que están en caída libre; necesitadas de un revulsivo potente que nos devuelva la dignidad y la confianza en los valores que hemos perdido, tras veinte siglos de adoctrinamiento, sumisión y obediencia a preceptos eclesiásticos inventados y sujetos a dogmas falaces.

A pesar de todo lo dicho quiero advertir que no vengo a hacer apostolado del ateísmo, ni siquiera de un agnosticismo, que lo creo una sin razón, confirmando que en mi doctrina solo hay dos principios: La fe en el Creador, llámesele Dios, Jehová, Alá o como quieran llamarlo, desvinculado de cualquier tipo de religión, congregación o secta y la confianza en la racionalidad humana.

Espero vuestras visitas y comentarios, que contestaré en la medida que pueda.      

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