AÑORANZA

A pesar de que paso ya de horarios
en este nuevo trecho, esta andadura,
temprano salgo a buscar la hermosura
del roce con la gente, en su bregar diario.
Cuando las horas puntas han pasado
y cada mochuelo ocupa ya su nido,
me vuelvo a casa triste y deprimido,
porque del yugo mi arado se ha soltado.
¡Y es que el bregar de tantas madrugadas,
navegando entre la gente amontonada!
tardarán otro tanto en borrarse aquellas huellas
de difusas miradas, cada una en su mundo,
dejando un rastro etéreo del sentir profundo,
encadenado al grácil refulgir de sus estrellas.