EL LABERINTO

Otra vez atrapado en este laberinto de oscuros pensamientos,
de miradas ausente y de aflicciones hondas,
donde la luz es pobre y tenaces las sombras,
que evaporan mi vida y me llueven lamentos.
No ceso de buscar el calor de tu cuerpo,
para templar mi aura, como hiciste aquel día,
para beber tu aliento, sentir tu compañía,
antes de que los hielos ennegrezcan mi huerto.
Embestí las mañanas con paso ilusionado,
en este denodado buscarte entre la gente
y terminé en la noche cansado y angustiado.
Pero no desfallezco, aunque muy lejos vea
una antorcha encendida con la luz decreciente,
y aunque gaste mi vida no cejaré en la idea.
Voy dejando señales en este laberinto de caminos abiertos,
para saber siquiera por dónde voy y vengo,
no me importa gastar el tiempo que no tengo,
con tal de que al final halle el camino cierto.
¿Por qué otro día más no he encontrado ese puerto
ni he alcanzado el jardín con tus huellas perdidas?
¿Por qué quieres dejarme en este mundo incierto?
¿Por qué quieres cerrarme por siempre las salidas?
Por caridad, te pido un minuto, un segundo,
no quiero por más tiempo retrasar tu camino,
ni puedo partir solo y vano al otro mundo.
Déjame una señal donde quieras que sea
ese último encuentro que regirá mi sino,
antes de que me avientes solo, peregrino y sembrado de brea.