Pena no sigas creciendo dentro de mi seca piel,
no me embriagues con tormentos aliñados con su hiel,
que ya mi herida no puede seguir creciendo en mi amor,
sin que se torne en olvido el persistente dolor.
Es bien cierto que yo solo fui cerrando la salida,
la puerta cayó de golpe y la llave está perdida.
Mi vida quedó atrapada y es por eso que yo exclamo
y pido a gritos que se abra el cofre de la que amo.
La serví con fe total como nadie la sirvió
y el pago que ella me dio fue sumirme en las honduras,
con reproches y lamentos, con celos y desventuras.
Yo la serví sin reserva, con amor hecho pasión
la dediqué lo mejor que había en mi corazón,
desde el desgraciado día en que un tuerto me guió.