¿POR QUÉ?

¿Por qué abres en dos mis madrugadas
y cubres mis descansos de pesares?
¿Por qué traes a mi recuerdo esos lugares,
donde las gentes viven acosadas?
¿Por qué pintas de sangre sus moradas
y vistes de negro mis altares?
No comprendo, Señor desconocido,
que cada noche vengas a mi lecho
cuando aún mi cansancio no se ha ido,
dejándome clavados en el pecho
los llantos por el dolor de tanto herido.
¿Qué mal hice, Señor, que no merezco
tener blancas las noches, sin quimeras?
Pídeme lo que quieras, con gusto te lo ofrezco,
a cambio de dormir noches enteras.
Aparta de mis ojos el dolor de esos niños,
tabica mis oídos, que no escuchen sus llantos,
y tráeme sus sonrisas regadas con cariños.
¿Por qué no dejas sobre mis almohadas,
cada noche ramilletes de cantares?