Desde que mi camino fue trazado
me has llevado por campos de sequía,
desiertos ardientes he cruzado
y, para refrescarme, en aguas fangosas me sumía.
¿Quién soy yo para que en mí te hayas cebado?
¿Cuántas sorpresas me aguardan todavía?
¿Son de ver, de oír, de sentir? ¡Dímelo guía!
así mañana al nuevo día recibiré preparado.
No tendrás quejas de que he sido bienmandado,
ni un paso atrás eché en mi travesía,
las sendas que me marcabas fiel seguía,
aunque acabara las jornadas agotado.
En vano hasta aquí a ti esposado,
para que hoy me dejes sin ángel ni vigía.
Te cansaste de mi obediente compañía
y me abandonas en un mundo desusado.
¿Qué voy a hacer, si estoy acostumbrado
a abrir mi puerta antes de rayar el día?
¿Cómo sofocaré la fantasía
de soñar con un mañana ilusionado?
Aguarda un poco y piensa este recado,
que no es cosa de azar ni brujería.
¿Por qué no me permites todavía
transmitir lo que he aprendido y trabajado?
No claves aún tu lanza en mi costado,
deja que brote de mis entrañas la hiel fría,
que saldrá de lo profundo con porfía,
hasta que mis fuerzas del todo hayan menguado.
Prometo que resuelto te seré bien trazado
de todo lo que dispongas, fuerza mía,
tanto que no te dolerá haberme retrasado
ese final, que ya cerca se veía.
Deja libre a este dócil que te ha honrado,
déjale que cante al mundo su poesía,
déjale que muera enamorado
después de ver cómo su huerto florecía.
Alúmbrame hasta que quede reflejado
en el espejo de mi fantasía,
el surco por el que ayer anduve errado
y los pasos que me han metido en esta umbría.
Que por torcida ruta caminaba, lo intuía,
Pero… ¿quién guió ese rumbo equivocado
que me llevó por sendas de falsía?
¿De quién he sido siempre un fiel criado?
Hasta aquí, gritando basta, hoy he llegado
y aunque sé que la hora es ya tardía,
contra quien confié: ¡engañosa verdad!, voy rebelado,
desde ahora y hasta que llegue mi agonía.
Sin miedo, sin pudor, ni pleitesía
salto a la otra orilla tan dolido y asustado,
por lo que haber visto, oído y sentido no querría,
que contigo compañera he terminado.
¡Esa señora de celestial tocado!
que dominó mi voluntad día tras día,
por siempre andaré de ella separado,
porque me traicionó con osadía.
¿Cómo pudiste: infiel, falsa e impía,
burlarte de este tu siervo enamorado?,
que con honor partió a la travesía
por tierra y mar, bajo un cielo empedrado.
¿Cuántos años me llevaste engañado
con la ilusión puesta en una vida pía?
Con falsos colores de amor hechos poesía
me despojaste de mi atuendo más sagrado.
Me hiciste ver lo que era blanco azul morado
y trocaste mi arca llena por vacía,
me viste padecer melancolía
sin desviarme del camino equivocado.
¡Adiós, señora!; por tus sendas me llevaste atrapado
con espejismos, desdén e hipocresía,
fui cebo y presa en tu cacería
hasta que de este horrible sueño he despertado.
¡Larga vida para este soldado!,
que mucho tiempo cautivo fue de alegorías,
brille la luz en lo que tú me has sombreado
aunque me engañe envuelto en utopías.
Me voy de ti, espectro disfrazado,
empapado de tedio y hueco de alegría,
me voy confuso, me voy atormentado,
me entierro en el olvido con el alma vacía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *