Tercera Entrega

BIBLIOGRAFIA DE LA VIDA DE JESÚS DESPUÉS DE LA CRUZ.

Desde el inicio de este tratado he intentado desarrollar racionalmente todas las investigaciones y casaciones realizadas, haciendo los estudios con un absoluto y profundo pragmatismo, pero hubiera sido un trabajo baldío si no transmitiese a los lectores las conclusiones elaboradas, además de aligerarme del equipaje emocional resultante, ya que era una carga demasiado pesada para llevarla uno solo. Mi única preocupación era que la divulgación de mis análisis pudiera herir los sentimientos religiosos de personas fanatizadas. En todo caso y en honor a las deducciones que me han forjado una nueva verdad doctrinal, estoy obligado a publicar las conclusiones que definen este tratado, duela a quien le duela y pese a quien le pese, porque cualquier axioma que descubra la verdad y ahogue la ignorancia debe ser sacado a la luz, lo contrario sería un gesto de debilidad, cobardía o falsedad; sí, la falsedad que he venido denunciando en este tratado.

 Según me acercaba al final de la segunda parte, sentía cómo crecían en mí las inquietudes por las críticas razonadas y las denuncias vertidas sobre la doctrina romana, buscando con denuedo sosegar la conciencia que me tenía inquieto, a pesar de que todos los análisis se afirmaron sobre los dos únicos pilares en los que se apoyan mis sentimientos doctrinales y en los que creo: La fe absoluta en la existencia de un Padre Creador y la total confianza en la lógica indiscutible de la racionalidad humana. De esta inquietud surgió la necesidad de investigar todo lo que se hubiera escrito sobre la vida de Jesús, ya que de su divinidad, su muerte, resurrección y ascensión a los cielos dependen la religión, la doctrina, la iglesia romana y la cristiandad entera. Tuve mucha suerte, porque casi de inmediato me llevé una grata sorpresa, al comprobar la amplia biografía escrita desde hacía muchos años sobre la vida de Jesús, después de su fallida muerte en el madero y, tras filtrar parte de los estudios publicados, seleccioné los que me daban mayor confianza, ya que confirmaban las razones principales en las que había basado y desarrollado los capítulos anteriores.

Así pues, decidí analizar los hechos que he creído más ajustados a un estricto y pragmático sentido común, como lo son en mi opinión, los análisis doctrinales de la secta esenia narrados en el libro del Dr. Schonfield “El enigma de los esenios”; los escritos y análisis del Dr. Andreas Faber-Kaiser “Jesús vivió y murió en Cachemira”, basados en los conocimientos aportados por abnegados investigadores y eruditos en esta materia, como el profesor cachemir Hass-Nain, su hijo A. Fida, el Dr. N. Klein de Alemania y destacados representantes de la comunidad Ahmadía del  Islam (Ahmadiyya), residentes en Alemania. Todos ellos estudiosos de la segunda etapa de la vida del profeta Jesús hasta su muerte, traída en buena parte de la tradición y dichos populares de países del Oriente lejano, más allá de Persia, allí no se les llama judíos sino hijos de Israel y hay muchos textos que narran la procedencia israelita de los afganos y cachemires.

 También el Dr. Holger Kdonde Kersten tuvo gran dedicación a estas investigaciones reflejadas en su libro “Jesús murió de viejo”, avaladas por una amplia bibliografía de 200 participantes o más, desde Nicolás Notovich en “la vida desconocida de Jesús”; Nicolás Roerich “leyenda de oriente”; Swami Abhedamanda en “Cachemira y Tíbet”; “los años perdidos de Jesús” de Elizabeth Clare-Prophet y Aaron R., hasta ¿adónde murió Jesús? de Shams J.D., pasando por los esclarecedores hallazgos de Qumran con los manuscritos del Mar Muerto y los artículos de Flavio Josefo, historiador judío que nació el año 37 d.n.e y murió el año 100. Sus escasas revelaciones sobre la vida de Jesús fueron sometidas a alteraciones cristianas calificadas como no probadas en su totalidad tras ser. Como decía, el análisis de esta tercera parte lo basé en  las referencias, estudios y averiguaciones realizadas por muchos investigadores sobre lo que fue de Jesús después de su sacrificio en el madero. Ya en los primeros años después del martirio, hubo declaraciones que coincidieron en confirmar que sobrevivió al sacrificio sufrido tras la condena.

Ante la negativa de la I.R. a hacer averiguaciones o a publicar lo que ya sabía desde hacía muchos siglos, han proliferado las especulaciones de investigadores, analistas, filósofos y teólogos, pero Roma se ha mantenido fiel a sus principios de hipocresía doctrinal sin cambiar una sola coma en sus fundamentos; por ello me he propuesto desarrollar y aclarar, en la medida de mis posibilidades, los datos biográficos ya en curso, recopilados por los analistas que dedicaron muchos años de sus vidas e importantes sumas de dinero en destapar lo oculto, en descubrir y publicar, como primicia, que Jesús fue salvado de la muerte en aquel sacrificio. Esto corrobora la duda racional de su resurrección, nadie lo vio resucitar ni subir a los cielos, nadie sabe donde fue sepultado en el supuesto caso de que muriese pero no resucitase. En contraste con estos supuestos doctrinales, hay muchos indicios que apuntan a que después de ser curado de las heridas que le produjeron en aquella inicua condena, viajó hacia Oriente y pasó por lugares con gran reminiscencia del pueblo de Israel; muy especialmente de las diez tribus expulsadas por los asirios hacia el año 700 a.n.e., de las que se sabía que se dirigieron hacia Oriente, pero poco más. Las otras dos tribus, la de Benjamín y la de Judá, fueron exiladas a Babilonia por Nabucodonosor, hasta que en el año 535 a.n.e. el rey Ciro de Persia permitió que los exiliados regresaran a su patria. Jesús sabía que los herederos de las diez tribus habían poblado como pastores bastas regiones de Turquía, Siria, Afganistán, Persia, Noroeste de la India y Cachemira, al haber recibido enseñanzas de sabios de esas tribus en su niñez, durante su estancia en Egipto, tras la huida de la persecución del rey Herodes.

Es muy sorprendente que con tantos datos y libros que se han publicado, sobre todo en los últimos 500 años, con referencias de los lugares en los que históricamente se ha demostrado que Jesús convivió con sus gentes, no haya trascendido a la población de occidente, que continúa creyendo en las falacias dogmatizadas por la doctrina romana.

En el primer viaje de Jesús al Tíbet, cuando contaba 13 años y hasta los 29, se ocupó de recibir las enseñanzas de Buda, su antecesor espiritual, tema bastante comentado en la primera parte de este tratado; pero una vez superado el trance de muerte en el que se vio inmerso por la injusta acusación de los sacerdotes perversos, buscó sus raíces hebreas entre las diez tribus perdidas y quiso integrarse entre sus hermanos, entre los hijos de Israel y llevarles su amor, sus enseñanzas mesiánicas y su doctrina.

He basado mis estudios en las lecturas que consideré más documentadas para reflexionar sobre la vida oculta de Jesús y estoy satisfecho de ello, por haberme empleado a fondo en los análisis filosóficos y las exegesis teológicas analizadas en la primera y segunda entrega; conclusiones que podré ratificar en esta tercera.

Aunque nunca lograré confirmar los objetivos que quiero descubrir con mis estudios, análisis y conclusiones sobre la misteriosa personalidad del Maestro, me he sentido obligado a realizarlos y me complacen los resultados obtenidos, ya que le considero la persona de mayor influencia moral y espiritual en la cultura occidental. A muchas de esas conclusiones había llegado con sólo aplicar la racionalidad desnuda de los hechos analizados, pero al cierre de la primera y segunda parte me llegaron de forma providencial las conclusiones que se vienen certificando desde hace muchos años, por las que se confirma el milagro de ser salvado de aquella condena a muerte. No murió, ni resucitó y, tras ser curado, huyó hacia Oriente para encontrarse con gran parte de la historia de su pueblo, llegando hasta su meta, Cachemira. Allí murió a edad avanzada y fue sepultado.

Después de conocer la multitud de obras basadas en trabajos de investigación y casación de pruebas por miles de antropólogos, pensadores, filósofos y teólogos me resulta insólito que se mantengan aún en pie los apolillados pilares de la I.R., levantados sobre los cimientos de falaces dogmas. Me sorprende que en veinte largos siglos no se hayan unido las fuerzas discrepantes para derribar al farsante Imperio Vaticano, pero tengo la esperanza de que si cayeron todos los imperios que han existido: El Maya, el Inca, el Chino, el Bizantino, el Romano y otros anteriores y posteriores, un imperio totalitario y subyugador de las voluntades, amenazador con el más allá y con la potestad de eximir a sus fieles de las faltas cometidas, también caerá. Yo animo a todos los que tienen la convicción de que esa doctrina del paulinismo, que no del cristianismo, es además de falaz coactiva, a unir sus fuerzas y energías para recuperar la libertad y la dignidad humana que la hemos tenido hipotecada durante estos veinte siglos. Más grave aún que el engaño dogmático de esa doctrina son las muchas vidas que segaron, condenando a inocentes a morir en las hogueras depuradoras de un virus satánico, creado por los doctores de esa iglesia para asegurarse la venta de la vacuna conveniente, la que ha llenado a reventar las arcas vaticanas, amenazando a la humanidad con la consigna de que sólo ellos podían facilitar el camino para la salvación si obedecían sus mandatos.

No voy a cansar al lector con lo ya expuesto anteriormente sobre las corrientes inquisidoras, criminales y asesinas que, previa elección, señalaban sin causas, culpaban sin pruebas y ejecutaban a inocentes para ejercer su dominio con las siembras del terror y para expropiarles sus bienes.

Cumplido este preámbulo y antes de entrar en el desarrollo de los análisis históricos que me han resultado más fiables, quiero hacer una ligera descripción de la doctrina esenia, por estar muy vinculada a la vida de Jesús, cuyos principios cubrían de misterio a esta antigua secta judía, perseguida y detestada por la propia religión oficialista. Pero con el hallazgo de los escritos del Mar Muerto se han podido conocer sus principios mesiánicos e interpretar con mayor claridad la historia humana. Esos manuscritos han sido mensajes esclarecedores de esta doctrina, secta cristiana muy anterior al nacimiento de Jesús. En ellos se han descubierto narraciones de escritos como El Documento de Damasco y los Comentarios de Habacuc, que describen al sacerdote perverso, aquel que gobernó Israel y su corazón se colmó de soberbia: Olvidó a Dios, traicionó las leyes por culpa de las riquezas, se apoderó de los caudales de las gentes y recorrió las sendas de las impurezas. Les recuerda a alguien de la historia antigua y más aún de la reciente? Creo que con multitud de individuos de ayer y de hoy; hombres poderosos, sacerdotes y seglares dentro y fuera de la iglesia.

Entre los años 161 y 160 a.n.e. se produjeron las migraciones judías, debido al estado de apostasía en Israel durante el reinado de los reyes Seleucidas, cuyas fuentes históricas primeras proceden de los libros apócrifos bíblicos de los Macabeos 1 y 2. También se hallaron en estos manuscritos los Salmos de Acción de Gracias de los que entresaco los siguientes versos. “Tú me hiciste estandarte para sondear a quienes dicen verdad. Con Tú misericordia salvarás mi alma, ya que de Ti proceden mis pasos. Por Tu misericordia resisto. Maestros de engaño han debilitado a Tu pueblo con palabras y falsos profetas lo han extraviado. Me expulsaron de mi tierra como a un pájaro de su nido. Todos mis amigos y hermanos me rehuyeron y me tratan cuan a un cántaro roto. Tú has recorrido mi alma, oh Dios mío, has alzado en lo alto mi voz, eres para mí luz celestial perdurable y clavarás mis pies sobre terreno firme para siempre”.

Estos salmos que nacen de patéticos y profundos sentimientos de un hombre de honda fe, fueron atribuidos al Verdadero Maestro, con quien fue identificado Jesús, conocido como Asaph, de quien se cree que nacieron. En la doctrina esenia tuvo gran influencia el libro de los Jubileos del siglo II a.n.e. que describe la antigua transmisión del conocimiento médico y dice explicarle a Noé todas las medicinas para sus dolencias y cómo podía curar con las hierbas de la tierra. Un manuscrito siriaco contiene un discurso escrito por Sem, hijo de Noé, referido al comienzo del año y a todo lo que entonces sucede; fue su antiguo almanaque.

Es sorprendente el desprecio que la I.R. ejerció siempre sobre el mesianismo de esta secta, cuyas enseñanzas son muy anteriores al nacimiento de Jesús, a la que estuvo muy vinculado desde niño, lo mismo que Juan el Bautista y Saulo mucho después. Aunque este, que fue tachado de hipócrita y mentiroso, dudo que fuese aceptado por esta secta. Muchos de los hechos especulados han sido confirmados con el hallazgo de esos manuscritos en Qumran. También habla de la enemistad que tuvieron los esenios con los apostatas judíos y los sacerdotes perversos, que con sus ambiciones desmedidas devoraron el tejido espiritual del Estado Judío, cuando el sacerdote perverso gobernó Israel en contra de la ley de Dios y se alejó de las fuentes bíblicas. Obrando con soberbia traicionó las leyes por abrazar riquezas y fueron los provocadores de la ira divina. En aquellos tiempos, el templo de Jerusalén ardía en tumultos y orgias de los paganos, que acudían con mujeres a los atrios sagrados e introducían allí cosas prohibidas. Por esos manuscritos hemos podido saber que esta secta era de convicciones profundas, rigurosas, puritanas, nazareas y nada benévolas; por lo cual, si Jesús aprendió de ellas no habría establecido entre sus enseñanzas el perdón universal, del que se cree heredera y facultada para ejercerlo la I.R.

Esta iglesia ha despreciado, desde siempre, los referentes de la doctrina judía, a pesar de que sus evangelios y la mayoría de sus lecturas están basadas en las del A.T.; por ello no resulta extraño que haya publicado una amplia información espuria contra los esenios, para desviar la atención de los fieles al conocimiento verdadero de los principios pre cristianos, que hubieran influido inversamente en los orígenes doctrinales de la I.R. y en que se extendieran como una mancha de aceite entre sus discípulos. Así lograron que la mayoría de los fieles no fueran conocedores del cristianismo antiguo, el esenio, y pudieran continuar adelante con una religión adoctrinada con falacias. A pesar de los sucesivos engaños de la I.R., los católicos están cada día más cerca de encontrarse con el Creador y de reconciliarse con Él; ese es el camino que debemos seguir, huir de los dogmas eclesiásticos irracionales, idólatras y a veces heréticos, arraigados en el tiempo.

Otro hecho que justifica el desprecio de la I.R. por esta secta es la memoria en sus archivos de que en Srinagar, capital de Cachemira, se encuentra una tumba venerada como la sepultura de Jesús. Además de estos hay otros muchos análisis reconocidos por esta secta y en el mismo sentido, como el del movimiento islámico Ahmadiyya, cuyos miembros destacados admiten que Jesús, también llamado Isa Masih, en árabe-musulmán Jesucristo, fue el Profeta del Libro (La Biblia) que murió a una edad avanzada, más de 125 años, y que está enterrado en Srinagar. También hay relatos familiares de Jesús que han sido obviados por la I.R., como es el caso de Jacobo, llamado Santiago el Justo, su hermano de sangre; obispo de obispos, sumo sacerdote en el templo de Jerusalén, que fue mandado ejecutar por el sacerdote perverso Ananías, según los escritos de Flavio Josefo en el libro: “Antigüedades judías” hacia el año 62 d.n.e.

La doctrina esenia tuvo tanta influencia en Israel en los tiempos de Jesús, que tengo mis dudas de que hubiera existido la cristiandad sin sus antecedentes de sabiduría y espiritualidad, además, creo que el Maestro estuvo convencido de que él no era el mesías esperado por el pueblo judío.  Entre las sentencias doctrinales esenias, tal vez traídas de los levitas, tenemos la que confirma el rigor de sus enseñanzas: Malditos los hombre que entran en la alianza mientras caminan entre los ídolos de su corazón.

Voy a resumir de manera telegráfica, algunos detalles hallados en el libro “El enigma de los esenios” de Hugh Schonfield; los que me han resultado más relevante en la historia de Jesús y sus vínculos con la secta esenia: Su sepulcro en Srinagar está custodiado por Rahman Mir, descendiente del Maestro y cuya familia tiene la autorización certificada de ser el único recipiendario de las ofrendas que depositan los visitantes que acuden de todos los lugares del mundo: nobles, ministros, reyes, monjes y altos dignatarios, también ciudadanos de múltiples credos, incluidos los cristianos; pero sobre todo los musulmanes.

La tradición presenta a Jesús como un personaje histórico real, en nada imaginario, con muchas referencias de su paso por las rutas previstas y estancias en lugares con reminiscencias israelíes de las antiguas tribus. Así rezan las leyendas inscritas en columnas y en paredes interiores del atrio del templo, construido en el monte Salomón y encontradas en la reparación que encargó el Rajá Gopadatta; dos de ellas dicen: En este tiempo Yuz-Asaf se proclama profeta, siendo también llamado Yusuc, profeta de los hijos de Israel (Basni Israel); era el año 54 d.n.e. Muchas de estas apreciaciones que son de singular importancia están recogidas en un libro hindú cuyo título es Bha Vishya Maha Purana, escrito en sanscrito hacia el año 115 d.n.e., por alguien que respondía al nombre de Sutta Pitaca, discípulo de Buda. Es muy revelador que mucho antes de que se fundara la religión islámica se hubiesen escrito estas notas. En base a todas ellas podría decirse que Jesús reunía los caracteres propios del judío errante, ya que en la India se le atribuye fama de incansable y arraigado viajero.

Según el análisis de relatos procedentes de fuentes judías que, después del sacrificio de Jesús, circularon durante más de tres siglos hasta que se impulsó el Trinitarismo de Atanasio o credo Atanasiano (Nicea año 325); se tenía claro que con este credo se falseaban los datos históricos, al referirse no solo a que Jesús resucitase tras su muerte, sino que además ascendiera en cuerpo y alma al cielo y estuviera sentado, tal cual persona física, a la derecha del Padre, sabido ente incorpóreo. También, y siguiendo esas mismas fuentes, la I.R. ha negado que luego de ser salvado de la muerte en el madero iniciara el viaje a Oriente, se casase e incluso tuviera hijos. Para las mentes sensatas esto sería lo natural y humano, con o sin pruebas, que Jesús continuase su vida después de ser librado de una muerte anunciada y no esa patraña inverosímil y absurda de resucitar, subir al cielo y sentarse a la derecha del Padre; pero la I.R. fue irrefrenable en su capacidad inventiva, violando la inteligencia y la racionalidad humana. Sus ansias desmedidas de poder  y dominio le llevaron a engañar a la humanidad. 

Voy a presentar algunos hechos que ponen en duda las teorías de la I.R.:

1º/ Los discípulos cercanos al Maestro escaparon despavoridos después de la sentencia, por temor a ser detenidos y se escondieron, por ello es desechable la hipótesis de que sus discípulos se lo llevaran para fingir su resurrección.

2º/ La entrada al sepulcro vacio, la desaparición del cuerpo y el abandono del sudario, descubierto el domingo a primera hora, son claros indicios de que alguien recuperó el cuerpo y no para enterrarlo sino para intentar salvarlo; siendo muy probable que los hombres de blanco vistos y referidos por las mujeres, mientras rezaban a una cierta distancia del sepulcro, fuesen esenios en vez de ángeles, ya que esta secta siempre vestía de blanco inmaculado; así también vestía Jesús, según las manifestaciones escritas del rajá ShaleWajin, años 39-50 d.n.e., rey de Cachemira y amigo del Maestro, el rey le ofreció alguna de sus mujeres para que le sirviera en la casa, porque le dijo que no era bueno que el hombre viviera solo.

Ese relato de las mujeres junto al sepulcro, afianzaría el sentir popular extendido en aquellos primeros siglos, de que los esenios hubieran planeada la salvación de Jesús, al ser discípulos de la misma secta y seguidores de sus enseñanzas. Todo ello con el atenuante de que en aquellos tiempos eran los más avezados en medicina y curas, razón por la que le pusieron en un sepulcro a nivel del suelo, para poder trasladarlo con sigilo en la oscuridad de la noche a un lugar seguro donde curarlo. Discrepo de que esperasen a que trascurriera el sábado para acceder a él y respetar con ello la ley judía, porque tenían plena conciencia del riesgo a una muerte segura si se demoraban en las curas. Cada minuto que pasaba era vital y ellos lo sabían, además, siendo esta secta muy discordante con las normas aplicadas en aquella época por los apóstatas paganos y los sacerdotes perversos, la insurrección a la ley judía creo que no les afectaba.

 3º/ Quizás el referente más autentico para explicar la desaparición del cuerpo de Jesús sean las palabras de María Magdalena a Pedro la mañana del domingo, cuando vio el sepulcro vacío y le dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto, Juan 20.2.

4º/ Según los Evangelios parece ser que el único discípulo que estuvo presente junto al madero fue Juan, por quien se supo que la sabana de Turín no estuvo enrollada en torno al cuerpo del Maestro, como solía ser lo habitual cuando se amortajaba a un cadáver, sino que lo cubrieron de pies a cabeza y deslizándola sobre la espalda cayó hasta los pies, dejando libre los costados.

Ni los discípulos más cercanos a Jesús, como lo eran Juan y Pedro, tenían conciencia de su resurrección hasta ver el sepulcro vacio y que el cuerpo había desaparecido. Recopilando estos datos podemos aceptar como muy probable que cuando lo bajaron del madero, José de Arimatea y los esenios allí presentes sabían que Jesús aún vivía. Después de estos razonamientos, debo decir que el carácter evangélico de Jesús es una combinación de su facultad mesiánica, no como Dios y hombre, sino como hombre arquetipo, o sea como ejemplo y modelo de lo que debe ser en su origen terrenal la racionalidad humana.

Los primeros teólogos cristianos, que antes habían sido paganos, erraron en la interpretación de lo que debía ser el N.T. y la I.R. actual persiste en las mismas confusiones traídas de los concilios, desde el de Éfeso año 325 hasta nuestros días, sin introducir correcciones teológicas; pero cuando algo no les cuadraba decían que era obra del demonio o del Espíritu Santo, como el establecer que la muerte de Jesús fuese en primavera, que según el ritual mitraico es cuando nace la vida; en cambio su nacimiento el 24 de diciembre sí se corresponde con el nacimiento del sol “Mitra” el 25. Del mismo modo obraron los doctores de la I.R. cuando San Justiniano en el siglo II denunció que Satanás había imitado los ritos cristianos en los misterios de Mitra, al ordenar la presencia del pan y una copa de agua en la última cena. Una copa de agua y no de vino, que instituyera la doctrina romana para explicar la alegoría de afinidad con la sangre de su cristo, que en absoluto tiene referencias bíblicas; lo común era una copa de agua, ya que está probado que Jesús fue un nazareo o zelote y como tal tenía en su ritual los siguientes votos: deberá abstenerse de vino y de sidra, vinagre de vino ni de sidra, ni beberá ningún licor de uva, ni comerá tampoco uvas frescas ni secas. Pero el delirio radical desmedido, dictatorial y criminal de la I.R. ha acosado sin piedad a personas y doctrinas que disentían de sus credos, dogmas y preceptos. No solo persiguió e injurió a los esenios, también a los cátaros hasta su exterminio y exclusión casi total, así mismo sometió a los templarios a severas purgas represivas castigadas con fiereza por vincularse con las doctrinas esenias, sin reconocer ni respetar sus sacrificios en defensa de los santos lugares, donde lucharon a muerte para garantizar la seguridad de los peregrinos.

Para los cátaros fue muy influyente el libro de Barlaam y Josafat, y la difusión en occidente de los escritos de Asaph (Jesús); también la filosofía doctrinal y los antecedentes esenios, de cuyas enseñanzas he entresacado la siguiente relación de matizaciones ajustadas a la realidad de los hechos, duela donde duela: Los fundamentos de la verdadera historia de los primeros años del cristianismo eran erróneos y también las conclusiones. Los cristianos, en su mayoría, todavía no han asumido las casualidades que rodean a esta doctrina, imperando en ellos ignorancia, fanatismo y una ausencia de madurez asombrosa. Los conceptos mesiánicos a los que respondían Jesús y otras figuras de su tiempo, distaban mucho de hallarse limitados a las fuentes bíblicas. Hay que preguntarse: Cuál fue la causa de que tantos datos relativos al comienzo del cristianismo estuviesen perdidos durante siglos y nos vuelvan ahora, cuando atravesamos un periodo de transición y de grave vacilación, será casualidad o designio divino?; diría que retrocedemos para ser impulsados hacia adelante como la flecha de un arco.

La enseñanza judía adoptó la existencia de dos Mesías: Ben José en Juan el Bautista y Ben David en Jesús de Nazaret. A ellos se ligó el concepto místico de Hijo de Hombre como hombre celestial, primordial y arquetipo, nacido de un sueño de Ezequiel, sin recorrido definido. En el fondo de estas opiniones hallaron la figura secreta del Verdadero Maestro de los últimos días o Maestro de la Rectitud, venerado por los esenios como profeta, sacerdote y legislador.

En muchos casos, los documentos que circularon en la antigüedad fueron objeto de alteraciones e interpolaciones por los que ansiaban incorporar el testimonio de sus obras sagradas a la causa de su propio héroe espiritual. Hay sospechas de que las últimas citas del testamento de los doce Patriarcas, los hijos de Jacob, fuesen reeditadas, como otros pasajes de las memorias por cristianos que identificaron a Jesús con el Verdadero Maestro. Los sumos sacerdotes y el sanedrín actuaban como el gobierno judío responsable, pero su ambición y avaricia devoraron el tejido espiritual del Estado, lo mismo que sucedió con los papados en la edad media.

A los expatriados que huían de Israel y escapaban a las persecuciones de Saulo se les conocía como los del camino y se refugiaron en la comarca del Hauran, porque allí había desde antiguo comunidades de santos que les daban asilo. Se dice en las Recognitiones de San Clemente, que Saulo se apresuró en ir a Damasco porque creía que hacia allí había huido Pedro siguiendo al Maestro. La salida de cristianos de Palestina hacia Oriente, siguiendo los pasos de Jesús después de ser curado, podría ser la justificación del acecho y la caza  practicada por Saulo en Damasco. Se dice que Saulo salió al encuentro de Jesús al pasar por Damasco camino de Oriente, sabedor de que no había muerto, por esto es muy poco fiable la autoría de los escritos atribuidos a Saulo, de alabanza al cristo resucitado que subió a los cielos.

El maestro Zacarías, de la secta judía caraíta, enseñó a sus discípulos que era vana la creencia en un Dios trino, que no había más que un Dios, que Jesús no era el Hijo de Dios ni el Mesías, solo un profeta como Moisés y no había podido resucitar de entre los muertos; que el Mesías aún no había venido pero vendría al final de los tiempos.  Zacarías rechazó, como actos de idolatra, la veneración de iconos y santos; sacado del libro de Robert Eisler “El mesías Jesús y Juan el Bautista”. Esto confirma la narración de Mr.8.29-30, cuando dice que Jesús prohibió a Pedro que dijera a las gentes que él era el cristo.

La doctrina esenia se difundió casi toda oralmente y con frecuencia en secreto. En Londres, el año 1978 se celebró un simposio con el título “la verdad sobre la crucifixión” donde se presentó una amplia bibliografía sobre los trabajos avanzados en todo el mundo relativos a la segunda etapa de la vida de Jesús, con la asombrosa convicción generalizada de que Cachemira fue el lugar más remoto en donde ofició y que allí le sobrevino el fin de su vida. Dejó el mundo en paz, transmitiendo su herencia a un discípulo, llamado Ababid, que le sirvió y acompañó. Era Jesús un hombre perfecto en todas sus acciones y cuando sintió que le llegaba la hora pidió a su amigo Ababid que le dispusiera un lugar para reposar. Extendió sus piernas, volvió la cabeza hacia el norte con el rostro hacia Oriente y así murió humildemente el hombre más perfecto y santo que haya nacido jamás de vientre de mujer. Las gentes de aquellas tierras están invadidas por la creencia de que en esa tumba reposan los restos mortales del Profeta del Libro (Biblia) y hay muchos escritos que dicen: En Rauzabal se encuentra el sepulcro del profeta Yuz-Asaf, un príncipe que llegó a ese lugar; quien a través de oraciones y por su piedad se convirtió en Mensajero para el pueblo de Cachemira y les predicó. Esto ocurrió durante el reinado de Rajá Gopadatta y, según la tradición popular, las gentes que visitaron la tumba de Yuz-Asaf fueron testigos de la gracia y las bendiciones divinas, porque las enseñanzas de Jesús y Buda se entrelazaron en Oriente en los primeros siglos del nuevo cristianismo.

Una obra hindú fechada en el 115 impresa y publicada por vez primera en 1910, hace referencia al encuentro del Rajá Shalewahim con un hombre devoto de tez clara, vestido con blancas prendas que decía llamarse Yusashaphat, esto es Josaphat, nacido de mujer, que vino para purificar la religión. Preguntado por el Rajá cual era su religión le dijo: El amor, la verdad y la pureza de corazón; por eso soy llamado Isa Masih o Jesucristo. Según fuentes musulmanas recogidas en el Sagrado Corán, Dios le ordenó a Jesús: Pasa de un lugar a otro, ve de un país a otro para no ser reconocido y perseguido. También dice el Corán que subsistía en sus viajes solo con vegetales y agua pura.

Junto a los salmos de Acción de Gracias hallados en Qumran aparecen las Odas de Salomón, antiguos poemas de carácter esenio referidos a Jesús que resumo así: Gracias te doy Señor porque Te amo, oh Altísimo, no me dejarás porque Tú eres mi esperanza; libremente recibí tu gracia y por eso viviré; como el Señor es mi salvación no sentiré miedo; nada me conmoverá; aunque todo tiemble yo permaneceré firme y aunque perezcan todas las cosas visibles no moriré, porque el Señor está conmigo y yo con Él. Maestros de mentiras han debilitado a Tu pueblo con palabras y falsos profetas lo han extraviado; perecen sin comprender, porque sus palabras son insensatas.

Nunca estarán sobradas las gracias que demos al Padre y aunque las lamentaciones de Jesús, a cuya vida creo que se refieren estas odas, son coherentes con la afrenta, persecución y condena a muerte que sufrió, creo que sobran gestos de especial relevancia de la voluntad del Padre, ya que ninguno somos para Él y Sus designios seres indispensables, a pesar de que todo lo creado es necesario para la evolución y progreso de la humanidad; en resumen: Para con Dios precisos todos, pero imprescindibles ninguno. A cada uno nos asignará una labor, según Su infinito saber y entender y, en función de nuestra utilidad a Sus designios, así seremos valorados.

Por si a alguien le parecen raras las razones expuestas para justificar el viaje de Jesús a Oriente tras ser curado y salvado del sacrificio, daré algunos datos que afiancen las reminiscencias del pueblo judío en los países de oriente. En algunas de sus declaraciones, Orígenes, teólogo cristiano de profusa capacidad exegética sobre la Biblia y autor de la Apocatástasis, sorprende a los fieles cuando justifica que la caída de Jerusalén fue más por la muerte de Jacobo, hermano pequeño de Jesús, lapidado por orden del Sumo Sacerdote el año 62 d.n.e., que por la condena a muerte del Maestro; lo cual nos confirma que Orígenes era sabedor de que Jesús no había muerto, igual que lo sabían otros amigos suyos: Eusebio, Pánfilo y el propio Erasmo de Róterdam, que decía aprender más de una página de Orígenes que de diez de San Agustín. Erasmo, junto a Orígenes y santo Tomas, formaron los tres pilares de la teología cristiana hasta que cayó en desgracia, siendo encarcelado y después exiliado.

Para puntualizar sobre los modos y maneras de hacer de los historiadores y biógrafos antiguos y en especial los autores de los Evangelios canónicos, se sabe que sus prácticas diferían mucho de las que ahora se consideran legítimas, ya que ponían en boca de sus personajes discursos que no habían existido y en los términos que creían apropiados a los individuos y a sus pormenores. A veces los relatos estaban más acordes con los sentimientos del escritor que con los de las personas en cuestión, a quienes les pudieran resultar extraños. Todo lo hacían en beneficio de la propaganda, llegando hasta el extremo de que en ausencia de información sobre algo o alguien, si el autor encontraba en las crónicas de otros argumentos apropiados a su caso los hacía suyos, publicándolos sin escrúpulo y sin considerarlo un fraude, aunque se tratase de hechos esotéricos o prodigiosos; es por ello que cada análisis de los hechos debemos filtrarlo antes de darlo por bueno, sometiéndolo a los dos principios en que se basa este tratado: La ley de Dios y el sentido común. No debe narrarse lo que sea deseable para la causa de cada autor, sino lo que cumpla con las más estrictas normas de coherencia racional  y siempre, en honor a la verdad.

Después de conocer los manuscritos de Qumran, que son en definitiva la herencia espiritual y doctrinal de la secta judeocristiana de los esenios, legada a occidente, tenemos que admitir que la mayoría de lo que se escribe en el N.T. no era nuevo en concepto ni en lenguaje, era heredado de las enseñanzas esenias; pudiendo deducir que sin estas enseñanzas, establecidas dos siglos antes de nacer Jesús, la cristiandad no hubiera existido, ni el Maestro habría abrigado la posibilidad de ser el Mesías. Estoy en tajante desacuerdo con las lecturas de estas enseñanzas que hablan del final de los tiempos profetizados por Daniel y asumidos por Juan en el Apocalipsis, cuyo plazo ya se ha cumplido sobradamente, por lo que lo profetizado es falso y lo mismo podríamos decir de la mayoría de lo especulado en ambas religiones sin base firme; por ello pienso que ya deberían haberse desmoronado esas doctrinas basadas en paternalismos excluyentes y creado una nueva, panteísta y universal, basada en dos principios irrebatibles: Uno, todo lo creado evoluciona con una perfección absoluta y solo puede ser obra de una Fuerza Sobrenatural, cuyo conocimiento está muy lejos de los límites de la mente humana, lo que entendemos como Dios. Sus estatutos, mandamientos o dictados no precisan ser escritos en piedra, madera ni papel, porque están íntimamente grabados de forma imborrable en la racionalidad humana, en nuestro entendimiento, que es la conexión fiel y verdadera con el Creador, desnuda de imposiciones doctrinales, liturgias, sacramentos, preceptos ni amenazas; en definitiva vacía de las obligaciones creadas por los poderosos para dominar a los débiles. Dos, el conocimiento del bien y del mal, que tenemos por igual todos los nacidos de mujer, y quien se aleja de sus obligaciones, para con él mismo y con los demás, sabe que no hace lo correcto, siendo él y solo él responsable de sus actos. Ni premios ni castigos están impresos en el raciocinio natural y trascendental de nuestra vida ante Dios, juez supremo e ineludible.          

Como resultado de esta disociación de la doctrina esenia con las leyes judías, nacen los caracteres que determinan sus fundamentos doctrinales. Jesús los heredó, recogió y amplió según sus principios, guiándonos hacia las conclusiones apuntadas; extraídas de la organización y disciplina esenia. Pero la doctrina romana se ha desligado radical y belicosamente de los originales principios racionales, teológicos y filosóficos de los analistas judíos y esenios, por ello las lecturas bíblicas son difíciles de entender, lo que unido a su rigidez en dogmas y preceptos hace que la obediencia esté cada día más devaluada y sus liturgias menos practicadas. Los fieles católicos están vacios de contenido teológico, siguen los hábitos ancestrales sin convicción interior y son simples practicantes de la rutina de ritos primarios. Conviene que tome conciencia la cristiandad de que los credos y anhelos mesiánicos de los esenios, produjo la fundación del cristianismo dos siglos antes del nacimiento de Jesús, referido a la venida del cristo que tanto anhelaban para recomponer la original doctrina judía, sus leyes mosaicas y sus profecías; pero sobre todo para depurar los abusos y maldades de las jerarquías eclesiásticas judías, del Sanedrín perverso y criminal. También se han confirmado por estos manuscritos los grandes adelantos médicos y sus destrezas curativas transmitidas por Sem, quien a su vez los había heredado de su padre, Noé, iluminado por la gracia divina para sanar con raíces medicinales y con los remedios de las piedras curativas.

Después de lo expuesto, alguien pensará que estoy proponiendo una nueva religión, pero nada más lejos de la realidad, tan solo deseo que se instaure la doctrina sabida y no escrita de las verdaderas relaciones del hombre con Dios, respetando el orden de todo lo creado; pero para ello sería preciso romper con todas las falacias doctrinales de las religiones y poner fin a la resignación, al pasotismo y a la pobreza espiritual que invade a las comunidades occidentales; que las ha cubierto de corrupción, abulia, ociosidad, desidia y desesperanza.

Aunque la humanidad pueda degenerarse aún más, dudo mucho que el Padre consienta que este proceso devastador continúe hasta hacerse irreversible, porque en tales circunstancias la regeneración sería traumática y de resultados impredecibles; por ello confío en que las leyes de la Creación atajarán a tiempo la tozudez de una humanidad descarriada y volveremos a las sendas de la lucidez, de la justicia y al bienestar de una actividad diaria productiva, equitativa y rentable; en definitiva, a los tiempos en que cada uno vivíamos de nuestro trabajo y no de las bolsas sociales que conducen a la esclavitud moral y a la destrucción colectiva. Dios recompondrá el orden establecido en la Creación, pero jamás destruirá ni el menor de los atributos puestos en la naturaleza humana; por ello soñar con que Él pondrá fin a defectos y maldades humanas como la falsedad, la opresión y tantas otras, es una utopía, un sueño irrealizable.

Aunque respeto la doctrina de los esenios como la más ajustada a una divinidad real, creo que se dejan llevar por sus anhelos de mesianismo, ansias de enlazar con el Padre a través de emisarios por Él designados como el Verdadero Maestro, el Mesías, el Cristo o cuantos pudieran entrar en sus mentes obsesivas. Yo creo que todo es mucho más simple, porque entre Dios y los hombres sencillos, los designados como mensajeros o maestros, no hay nada que añadir, ya que es ahí donde yo pienso que está concentrada toda la creación.

Todas las doctrinas han especulado con mensajeros que Dios enviaría para reparar las desgracias causadas por una humanidad pervertida, pero lo cierto es que la maldad y el deterioro de los valores continúa creciendo, hasta donde?, he aquí el gran misterio. Hasta cuándo el Padre va a permitir esta evolución del desequilibrio humano?; creo que no estamos lejos de sucesos grandiosos y quizás dolorosos, que nos devolverán a estados más virginales. Aquí podemos recordar el salmo 37 de los esenios donde dice: De Yavé penden los pasos del hombre; son firmes y su camino lo complace; aunque caiga no quedará postrado mucho tiempo, porque Yavé sostiene su mano.

No perdamos la esperanza de que Dios restituya el orden dispuesto en la creación, porque jamás destruirá ni el menor de los atributos otorgados a la humanidad, ni a los buenos ni a los malos; es por ello que soñar con que Él pondrá fin a los defectos y maldades humanas como el deshonor, la falsedad, la desgracia y la desidia, es un sueño fantástico; la verdad, la justicia, la paz y todas las revelaciones del bien, que chapotean en el estanque de la perversidad, seguirán viciándose en la medida en que el orden, la ley y las disciplinas humanas lo permitan. Siempre coexistirán en nosotros el amor con el odio, la verdad con la mentira, la libertad con la esclavitud y nada será alterado jamás porque todo es intrínseco con nuestra propia naturaleza, lo llevamos dentro tal y como fue previsto desde nuestros orígenes. Lo contrario pertenece al espíritu fantasioso y especulador, siempre subjetivo y seductor a la mente humana; como inventar nombres celestiales, maestros o mesías que para nada hacen falta, dada la conexión directa del hombre con Dios.

En los manuscritos hallados a comienzos del siglo IX junto a otros de los esenios, atribuidos al filósofo judío Filón de Alejandría, en relación con la Creación dejó escrito: la luz era una imagen de la Palabra Divina, aclarando que es invisible y solo perceptible por la mente humana, fiel reflejo y herencia del espíritu del Creador como arquetipo suyo. Filón dice algo muy convincente sobre el concepto de Hijo de Dios; para él lo somos todos los que vivimos en el conocimiento del Padre, todos sin distinción. Esto es lo que vengo repitiendo desde el principio de mis narraciones y mucho antes de leer a Filón. No refiero otras enseñanzas del filósofo judío porque son un fiel reflejo de la doctrina mosaica, de las profecías de la antigüedad y de su carácter elitista hacia el pueblo judío o pueblo elegido; pero sí quiero insistir en la categoría del ser humano, que como sublime obra de carácter esencial que somos, corremos graves riesgos, por lo que para una mejor integridad física y moral debemos percibir a menudo la sensación de fracasar y de sentirnos inducidos a abandonar los propósitos para que la tarea se nos haga más difícil, para que suframos el desaliento y con él, si somos honestos, la necesidad de evolucionar en el bien y el orden. El hombre debe ser consciente de que le está prometido el triunfo y que no depende exclusivamente de nuestros recursos limitados.

Vivimos en un estado de continua inspiración y contamos con la estimulante herencia que nos dejaron otros que destacaron y fueron ensalzados por su naturaleza admirable. En lo más íntimo de nuestro ser estamos formados por la sustancia que originó la creación del universo. Llevamos en nuestro A.D.N. una conjunción del microcosmos, siendo Él el macrocosmos, el protector de nuestra existencia, el que nos salvará cuando estemos al borde del abismo, al borde de la destrucción; es por todo ello que insisto tanto en que el mundo nunca tendrá final. Extinguir la humanidad sería como acabar con la obra más importante de la Creación y con el Creador, ya que somos portadores de su propia naturaleza. Él está en nosotros con la mano extendida y con la voluntad de ayudarnos a salvar los obstáculos; Él quiere que miremos siempre hacia delante, hacia el objetivo que nos hayamos propuesto. Conquistar sin atajos, sin engaños, sin falsas ilusiones mitológicas y con una absoluta honestidad y pragmatismo.  

Estos son los argumentos positivos y tranquilizadores, pero del otro lado se observa un estado de extravío preocupante, la vida diaria se desarrolla a espaldas del Padre, las facultades, caracteres naturales y dones que nos son propios, son tomados por una irresponsable mayoría como si nos los hubiésemos ganado a pulso. Pocos se cuestionan, honestamente, de donde nos llega tanta perfección y grandeza material, pero sobre todo y muy especialmente, quien nos ha dotado de la intangible sensibilidad emocional y espiritual que ocupa el fondo de nuestra personalidad, sepultada muy frecuentemente bajo una escombrera material. Aunque la racionalidad humana es intrínseca a cada uno de nosotros la intentamos evitar, no queremos sentirla y la sufrimos como una pesada losa.

La evolución humana sufre en un gran declive proporcional al progreso; con la saturación de medios hemos perdido la consciencia de cómo y quienes somos, de dónde venimos y cuál es nuestro destino. La inquietud, por lo general, está en mantener una vida altiva, eludiendo conocer de donde salen los medios que  utilizamos. Resumiendo: muchos de nosotros vivimos en un estado de ligereza creciente, propia de un sedentarismo enfermizo que nos produce un éxtasis fantasioso y acomodaticio, cuyo final será la pérdida de libertad de pensamiento, la esclavitud física y psicológica; siendo esta una de las muchas consecuencias que nos acarrea la falta de conexión con el Padre y que nos lleva a desconfiar de Su poder y sabiduría absoluta. Lo buscamos y Lo detestamos al mismo tiempo.

Volviendo a la doctrina esenia diré, que como referente de sus adelantadas aptitudes médicas y medicinales se encuentran algunos hechos sobresalientes del almanaque medico atribuido a Asaph, en el siglo I d.n.e., escritor e historiador judío que dijo: No elaborarás droga mortal alguna para hombre o mujer con el fin de que pueda matar a un semejante; no hablarás de las hierbas de las que se hacen las drogas; no las entregarás a ningún hombre y no insinuarás nada relacionado con ellas. Además de estas prohibiciones, traigo aquí un relato sobre lo preceptuado en el A.T. referido a la sangre humana, que ha sido interpretado de manera exagerada por dogmas y sectas doctrinales, cuando dice: No usarás sangre en ninguna tarea de medicina.

Aquellos extremismos eran la consecuencia lógica de una enorme ignorancia en la eficacia natural, para la salud humana, de algunas hierbas consideradas como drogas. En cuanto a transferir sangre de un cuerpo a otro, también creo que su prohibición es consecuencia de la ignorancia, unida a un error en interpolar la materia humana con el espíritu. Era y continúa siendo un profundo error vincular los componentes materiales del ser humano con su espíritu. Por ello no habrá nunca una contaminación del espíritu por el hecho de que se transfiera parte de un cuerpo humano a otro, además, todos los avances médico-quirúrgicos que se han logrado en la humanidad son una consecuencia de la orientación y la guía espiritual del Padre. Los temores de contagio se fomentaron con profecías que yo rechazo y estoy convencido de que las partes vitales del cuerpo humano que se puedan pesar, medir o clasificar no tienen vinculación alguna con el espíritu, aunque el entendimiento las gobierne. 

Después de analizar con entusiasmo algunos libros tenidos como sagrados, mantengo la convicción de que, por lo general, la mayoría de los escritos han salido de las ilusiones personales de aquellos individuos que se sentían cercanos al Padre; pero por la tendencia natural del ser humano de transigir con los dogmas y preceptos que les imponían y por el pasotismo en materia espiritual, la mayoría de la humanidad ha aceptado las imposiciones religiosas. Este hábito inmovilista ha sido el freno principal para que se revelaran, en tiempo y lugar, los escritos existentes sobre la vida de Jesús, pilar principal de la doctrina romana. Dicen algunos analistas que el conocimiento de esas averiguaciones por los creyentes les podría haber provocado un trauma terrible en su fe individual; pero yo niego la posibilidad de tal trauma si las instituciones propagandísticas hubieran convencido a los creyentes de que lo principal en la espiritualidad es tener una fe solida en el Padre y no en el hijo, la virgen ni los santos. La verdad nos hace libres, por el contrario la ocultación de la verdad nos hace esclavos de quienes la tapan; por ello yo rechazo tal crisis traumática y propugno sacarla a la luz, denunciar la falsedad en los fundamentos de las doctrinas, sea cual sea su coste, que no podrá ser nunca comparable con el precio de la sumisión a los mandatos del poder; una indudable esclavitud moral y sometimiento a los viles designio de los falsos profetas y de los sacerdotes perversos que, por desgracia, todavía llenan los paganos atrios de los templos.

Todas las referencias que he traído sobre la doctrina Esenia podrían muy bien extrapolarse a las enseñanzas del Maestro Jesús, que bebió de sus fuentes la sabiduría que conformó su conciencia y derramó sobre sus gentes, aquellos que tuvieron la fortuna de escucharle. Una sabiduría que la poderosa e inexpugnable I.R. substrajo, ocultó, falsificó o destruyó con sus intimidatorios reglamentos.

Conclusiones finales de esta bibliografía de Jesús: No murió en el Gólgota, ni resucitó, ni subió al cielo; murió en Srinagar a una edad avanzada y tuvo hijos.

En Madrid, a 23 de febrero de 2.021. Gracias amigos.